Confesamos que hemos leído El
mapa y el territorio de Huellebecq impulsados por la trama negra a la que se
aludía en la contraportada.
Realmente es un apartado residual en la historia del artista
que reflexiona sobre las relaciones personales, de poder, comerciales, en la
sociedad actual con una ironía y una mala leche notables, vgr. “la población
rural francesa odia a los forasteros”. Premio Goncourt 2010, la obra se ha ahorrado
las críticas que resaltaban las opiniones escandalosas del autor sobre el sexo
y la religión en las anteriores novelas. Aunque no ha salido del todo de rositas. Un crítico escrupoloso
levantó la liebre del plagio sobre determinadas citas de la Wikipedia. El debate
se centra si es un verdadero plagio cuando das las gracias a la Wiki en el
apartado de agradecimientos (nosotros nunca lo haríamos), o si no es legítimo copiar
de la Wikipedia, donde todo o en su mayor parte es material copiado. Personalmente,
sí encontramos farragosos para una lecura fluída determinadas paráfrasis sobre la vida de las moscas o
la historia de los pueblos de la Francia rural.
La parte de la investigación criminal sin embargo está
tratada con modélica discreción y moderación. Los policías reciben del autor la
humanidad que les falta a los personajes principales, la trama es breve, pero
impactante y tiene dos flores que queremos resaltar aquí.
La primera es la recomendación que le hacen al comisario
para leer a un buen autor de “polar”, Therry Jonquet. Des de ya, nos ponemos
las pilas para conseguir algunas de sus novelas, dicen que La piel que habito, de Almodóvar está basada en su Tarántula.
La otra es una reflexión sobre el asesinato que nos ha
dejado impresionados por la feliz coincidencia de que aparecía en nuestra
novela La visita del viento, del 2009,
anterior por tanto a El mapa y el territorio. Houellebecq lo dice
así: “El crimen, y sobre todo un crimen que no sea canallesco ni brutal, es una
cosa muy íntima en la que el asesino expresa algo de su personaldad, de su
relación con la víctima”. “El asesinato es un acto de profunda intimidad”,
decíamos nosotros con sequedad, ya nos hubiera gustado ampliarlo tan magníficamente
como lo hace el autor francés. Pensábamos que proponíamos una cosa original, y
ya véis, las ideas están flotando en el aire, para ser cazadas por el más
avispado. Por tanto os transmitimos nuestra doble satisfacción, la de haber
coincidido con uno de los grandes y la de sentirnos moralmente plagiados y, naturalmente
mejorados.
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