martes, 20 de abril de 2010

El Mal, el Malo

Subcomandante Marcos-Paco Ignacio Taibo II

Muertos incómodos

Destino, 2005

237 páginas

Muertos incómodos es una novela negra negra muy especial. No sólo está escrita a cuatro manos, sino que esas cuatro manos son nada más ni nada menos que las de Paco Ignacio Taibo II y el Subcomandante Marcos.

Paco Ignacio Taibo II es el escritor mexicano que creó al detective Héctor Belascoarán Shayne, donde hierve la sangre vasca y la irlandesa recalentada por los vapores ardientes de Méjico DF. Del subcomandante Marcos todos tenéis referencias. Pero os va a sorprender, como a mí me sorprendió y gratamente, que este encapuchado, que fuma en pipa y que lidera la rebelión indígena en la Selva de Lacandona, fuera capaz también de escribir novela negra.

La colaboración se ve. Con esto quiero decir que podemos ir viendo los capítulos escritos por el subcomandante (el “comisión de investigación” Elías Contreras, indígena y miembro de la Junta del Buen Gobierno zapatista) y aquellos de los que se encarga Taibo (las andanzas del “detective” Héctor Belascoarán) Los dos confluyen en la ciudad de México, identificada por Elías como el Monstruo.

El Mal, gran reflexión de la novela negra, es el tema de fondo de Taibo y Marcos y aquí de manera explícita. Me refiero a que la doble investigación se realiza sobre el concepto del Mal y sobre la manifestación concreta que fue un asesinato político y la trama sobre la Selva Lacandona que no desvelaré. Os emplazo encarecidamente a que vayáis al capítulo IX EL MAL Y EL MALO, donde se postulan valiosísimas reseñas sobre el tema firmadas por Don Quijote, García Lorca, Ángela Davis, el general Vicente Rojo, José Revueltas, Vázquez Montalbán, Pablo Neruda y otros personajes de la novela, entre los que os subrayo el consejo de la Chapis:

“Así que yo te aconsejo que, si buscas al Mal y al Malo, los busques arriba y a la derecha. Seguro que ahí viven”.

Singular novela ésta, portadora de los efluvios del Méjico indígena y el capitalino, una certera y aguda crítica política e histórica y un reconocimiento al legado literario, no sólo mejicano con el aflorar eventual del realismo mágico (el muerto que llama por teléfono es uno de los motores de la intriga), sino también homenaje a la literatura europea, cuya muestra más patente, no la única, es el recuerdo del escritor Vázquez Montalbán en su viaje a Chiapas con sus morcillas para el Subcomandante Insurgente Marcos y las pistas que envía Carvalho desde Barcelona sobre la trama, por cierto, motivo casi idéntico que utiliza Andreu Martín en El blues del detective inmortal, aunque no sabemos quién fue primero el huevo o la gallina.

Se me olvidaba deciros que la novela la podéis leer on line, gracias a la generosidad del diario mejicano La Jornada y la web Rebelión. Merece la pena.


viernes, 9 de abril de 2010

Estamos con Grupo de lectura del CP Pablo Serrano de Montalbán










Es sorprendente que Montalbán con poco más de mil habitantes, tenga dos clubes de lectura. Lo comparamos con lo que tenemos por aquí: Oliva, 22.000 habitantes, cero grupos de lectura; Gandia, 80.000 habitantes, dos. Esto es una proeza. Es un interés por la lectura apabullante, una participación cultural que revienta las estadísticas.

Se ve además en los libros que rebosan la biblioteca de Montalbán, en la amabilidad y preocupación para que nos sintiéramos cómodos, en constatar que nuestro libro se ha leído y se ha leído bien, pues estos lectores han indagado en el fondo y en la superficie, han descubierto con descaro las claves con que hemos construido personajes y trama, han preguntado, han opinado y han transmitido la pasión por la lectura.

Por nuestra parte agradecer la oportunidad de poder bajar a la arena con nuestros lectores y así palpar el sorprendente efecto que provocaban en receptores de carne y hueso unas palabras escritas en soledad destinadas a un público abstracto, sin rostro ni nombre. Para un escritor esto no tiene precio, hasta el punto de que, asistiendo al club de lectura, tenemos la feliz certeza de que lo que habíamos escrito había sido para esto, para proponer un texto como pretexto para hablar.

Conmovidos por la exquisitez intelectual del club de lectura del CP Pablo Serrano de Montalbán sólo nos queda animarles a que continúen con sus lecturas y puestas en común.

Seguiremos en contacto.

sábado, 3 de abril de 2010

Detectives mediterráneos versus detectives septentrionales


Ian Rankin

Black &Blue

RBA

576 páginas

Es curioso que esta novela haya obtenido el premio Pepe Carvalho 2010, porque creo que el tipo de detective que nos presenta el escocés Rankin es una antítesis del Carvalho que conocemos y en general de la tipología de detectives que podemos denominar “mediterráneos”.

Naturalmente no tiene nada que ver la adscripción de un personaje de una novela con la calidad que pretende reconocer el premio, y de hecho la historia que estamos comentando la tiene a raudales. Pero si quiero traer este relato aquí, es precisamente por la fuerza que el contraste puede sacar a la luz lo que nosotros hacemos, que es apuntarnos de alguna manera (quizá inconsciente) a la mediterraneidad policíaca.

Lo primero que os vais a encontrar, evidentemente, será un entorno septentrional, Edimburgo, Glasgow, Aberdeen, en este caso llevado al extremo de subirnos hasta las islas Sethland, en latitudes parejas a Oslo o Bergen, donde los campos petrolíferos son sometidos a constantes tempestades, no sólo marinas. Y, claro la lluvia incesante, el viento, la nieve os van a ocultar el espléndido sol bajo el que trabajan Carvalho, Fabio Montale, Montalbano, Teniente Jaritos, Brunetti, Liona Guiu, Flannagan, Àngel Esquius, Belvilacqua-Chamorro, Méndez, Lluís Arquer, Jaume Fuster, Jordi Lleonard.

El inspector Rebus de Ian Rankin, un poco como el Kurt Wallander de Mankell, o el Garret Quirke de Benjamin Black, arrastran existencias tormentosas, marcados por la pérdida de la mujer amada y lastrados por el alcohol. Nada que ver con la vida plácida y un tanto convencional del Guido Brunetti de Donna Leon o el Teniente Jaritos de Petros Márkaris, que comparten mesa de autópsia con la buena mesa que sus mujeres les tienen dispuesta cuando llegan de una dura jornada entre cadáveres y delincuentes.

La pasión por el arte culinario, por supuesto, es otra de las características que nos separan. Mientras que en la novela negra septentrional es la comida basura, tomada frecuentemente con apresuración, la que manda; en la novela negra mediterránea, la comida, la buena comida, la tradicional, el proceso de su elaboración, la procedencia de los ingredientes, adquiere importancia culmen. Carvalho pontifica sobre la consistencia de un all-i-oli, Jaritos destila lágrimas de felicidad ante los tomates rellenos de su Ireni, Montalbano entra en éxtasis ante un plato de calamares rebozados en el restaurante preferido de Vigàta, Fabio Montale busca en los viejos vecinos la receta provenzal para cocinar el pescado que acaba de pescar en el mar mercurial de Marsella.

Los asesinatos en serie, tema querido de los norteños, sólo tiene en estas bajas latutudes reflejos significativos. Los motivos de familia, muchas veces ocultando un incesto oscuro son las causas que mueven los asesinatos allá arriba. Éstos son los temas de la novela que os comentamos de Ian Rankin y el asunto de los campos petrolíferos y el negocio asociado, un privilegio meterse en semejante ratonera, una como cualquier otra donde se maneje el dinero y los pasiones.

Os dejamos esta lista incompleta de diferencias para que, leyendo esta interesante novela, colaboréis en la clarificación de este asunto que, si no a vosotros, a nosotros nos ha hecho preguntarnos por qué escribimos novela negra y cómo: para saber en definitiva cómo somos aquí abajo.