sábado, 3 de abril de 2010

Detectives mediterráneos versus detectives septentrionales


Ian Rankin

Black &Blue

RBA

576 páginas

Es curioso que esta novela haya obtenido el premio Pepe Carvalho 2010, porque creo que el tipo de detective que nos presenta el escocés Rankin es una antítesis del Carvalho que conocemos y en general de la tipología de detectives que podemos denominar “mediterráneos”.

Naturalmente no tiene nada que ver la adscripción de un personaje de una novela con la calidad que pretende reconocer el premio, y de hecho la historia que estamos comentando la tiene a raudales. Pero si quiero traer este relato aquí, es precisamente por la fuerza que el contraste puede sacar a la luz lo que nosotros hacemos, que es apuntarnos de alguna manera (quizá inconsciente) a la mediterraneidad policíaca.

Lo primero que os vais a encontrar, evidentemente, será un entorno septentrional, Edimburgo, Glasgow, Aberdeen, en este caso llevado al extremo de subirnos hasta las islas Sethland, en latitudes parejas a Oslo o Bergen, donde los campos petrolíferos son sometidos a constantes tempestades, no sólo marinas. Y, claro la lluvia incesante, el viento, la nieve os van a ocultar el espléndido sol bajo el que trabajan Carvalho, Fabio Montale, Montalbano, Teniente Jaritos, Brunetti, Liona Guiu, Flannagan, Àngel Esquius, Belvilacqua-Chamorro, Méndez, Lluís Arquer, Jaume Fuster, Jordi Lleonard.

El inspector Rebus de Ian Rankin, un poco como el Kurt Wallander de Mankell, o el Garret Quirke de Benjamin Black, arrastran existencias tormentosas, marcados por la pérdida de la mujer amada y lastrados por el alcohol. Nada que ver con la vida plácida y un tanto convencional del Guido Brunetti de Donna Leon o el Teniente Jaritos de Petros Márkaris, que comparten mesa de autópsia con la buena mesa que sus mujeres les tienen dispuesta cuando llegan de una dura jornada entre cadáveres y delincuentes.

La pasión por el arte culinario, por supuesto, es otra de las características que nos separan. Mientras que en la novela negra septentrional es la comida basura, tomada frecuentemente con apresuración, la que manda; en la novela negra mediterránea, la comida, la buena comida, la tradicional, el proceso de su elaboración, la procedencia de los ingredientes, adquiere importancia culmen. Carvalho pontifica sobre la consistencia de un all-i-oli, Jaritos destila lágrimas de felicidad ante los tomates rellenos de su Ireni, Montalbano entra en éxtasis ante un plato de calamares rebozados en el restaurante preferido de Vigàta, Fabio Montale busca en los viejos vecinos la receta provenzal para cocinar el pescado que acaba de pescar en el mar mercurial de Marsella.

Los asesinatos en serie, tema querido de los norteños, sólo tiene en estas bajas latutudes reflejos significativos. Los motivos de familia, muchas veces ocultando un incesto oscuro son las causas que mueven los asesinatos allá arriba. Éstos son los temas de la novela que os comentamos de Ian Rankin y el asunto de los campos petrolíferos y el negocio asociado, un privilegio meterse en semejante ratonera, una como cualquier otra donde se maneje el dinero y los pasiones.

Os dejamos esta lista incompleta de diferencias para que, leyendo esta interesante novela, colaboréis en la clarificación de este asunto que, si no a vosotros, a nosotros nos ha hecho preguntarnos por qué escribimos novela negra y cómo: para saber en definitiva cómo somos aquí abajo.

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